2019 – 2022
La herida es el lugar por donde entra la luz. Rumi.
El cuerpo es un conjunto de organismos más pequeños: átomos, células, triglicéridos, leucocitos, hormonas, neuronas y luz que emana el ADN. Cada cuerpo es importante y están interrelacionados para asegurar nuestra existencia como seres vivos. Esto se replica desde lo micro hasta lo macroscópico, en todo lo vivo conocido. ¿Qué pasa cuando algo muere en este plano?
Según el Tratado Elemental de Química de Lavoisier: “En la naturaleza nada se crea, nada se destruye, todo se transforma” y por ende: todo cuerpo (humano, animal, vegetal) productor de calor está regido bajo las leyes de la termodinámica. Entonces, cuando los cuerpos mueren, se transforman en suculento para los gusanos pero, ¿qué pasa con la energía (calor)? ¿a dónde va? ¿cómo y en qué se transforma?
Durante los últimos cinco años he visto morir relaciones, circunstancias importantes y hasta a mis seres queridos. Estas muertes consecutivas se han transformado en dolores, sentimiento de abandono, soledad, llanto, dolor en el pecho y me ha dejado secuelas físicas en forma de enfermedades, inflamaciones, hematomas, ojeras, es decir, se han transformado en mi propio cuerpo gestando una nueva “yo” y con ella, una nueva forma de mirar.
Este trabajo fotográfico pretende promover un análisis de estos eventos que se encuentran en el pasado para estudiar el ciclo de la muerte y así aprender a sobrellevar los dolores que genera usando la imagen como herramienta (¿acaso esto es posible?).